Los viernes (tomos I, II y III) recopilan las contratapas que Juan Forn publicó desde el 2008 hasta el día de hoy en el diario Página 12. Cada una de esas columnas pueden leerse todavía en Internet, pero para los amantes de Juan Forn y sus contratapas, no hay como tenerlas todas juntas en formato libro y leerlas y releerlas de vez en cuando. Cada uno de sus artículos es un mundo en sí mismo, un mundo en el que Forn se sumerge para brindarnos no solo una historia, sino lo más interesante: lo que Juan hace con esa historia. No cuenta lo obvio, sino lo adyacente, rescata anécdotas, detalles, hace conexiones inesperadas. Cualquier historia contada por Juan es otra historia, porque a cada artículo le imprime su peculiar subjetividad y ese es su mayor encanto.
En 1996 Forn crea el suplemento «Radar Libros» y lo dirige hasta el año 2002 en que un problema de salud lo lleva a tomar una decisión. Se va a vivir a Villa Gesell. Es desde allí que empieza a escribir las contratapas de los viernes. Este primer tomo comienza con una de ellas a manera de prólogo y dice:
«Cada contratapa que hice estos siete años la entendí caminando por la playa, o sentado en el médano mirando el mar. Por dónde empezar, adónde llegar, cuál es la verdadera historia que estoy contando, de qué habla en el fondo, qué tengo yo, y ustedes, que ver con ella, qué dice de nosotros»
Y eso es lo que nunca falta en sus artículos. Siempre está el hilo conductor, siempre hay un lugar al que uno llega, algo que nos transporta, un sentido que se nos revela, algo que nos emociona, o que nos hace reír, algo que nos hace pensar, que se nos queda adherido.
Juan Forn es escritor, traductor, editor, pero si hay algo que lo define más allá de todo, es su calidad como lector y es con todas sus lecturas que escribe estas contratapas. En ellas se mezclan libros, vidas de escritores, de músicos; se mezclan la historia, los lugares, la familia. Y tanto si cuenta la vida de una cantante china, de un saxofonista drogón, de Natalia Guinzburg o de Vasco Pratolini (cuyo libro Crónica de mi familia acaba de reeditar en Tusquets), siempre te captura, porque tiene el don, tan escaso, de hacer interesante todo lo que cuenta. Forn revela la humanidad escondida en ese detalle que la mayoría pasa por alto. Sabe ver eso que pocos ven y nos lo señala.
Hay tantos, tantos párrafos que me gustaría citar, que es difícil elegir. Este, por ejemplo, es el comienzo de «El zorro y los murmullos», en el que escribe sobre Rulfo.
Cuando el respetadísimo JM Cohen, crítico del Times Literary Supplement y asesor de Penguin Books, leyó Pedro Páramo, lo encontró demasiado sutil. Dijo que se perdía en los cross-fadings (un término que usan los radioaficionados para referirse a las voces que se difuminan porque otras se les superponen). Tiempo después Cohen se quedó ciego. El mexicano Jaime García Terrés fue a visitarlo a su casita en las afueras de Reading y el inglés le contó que había vuelto a leer el libro de Rulfo, en Braille, y estaba maravillado: veía todo, veía México, veía a los muertos, veía hasta el ruido que hace el silencio porque, como todos sabemos, en Rulfo nadie escribe, alguien habla nomás; el inglés Cohen necesitó quedarse ciego y tocar las palabras para poder verlo.
Juan Forn (1959) escribió su primera novela, Corazones en 1987. Desde entonces escribió novela, cuento, crónicas y las famosas contratapas. Sus obras: Frivolidad, María Domecq, Puras mentiras (novela), Nadar de noche (cuento), La tierra elegida, Ningún hombre es una isla (crónica). Fue editor de Emecé y de Planeta. En la actualidad dirige la colección Rara Avis de Tusquets. Su última traducción, de 2018, es Trimalción, de Francis Scott Fitzgerald. Los viernes siguen vivos y ya alimentan tres tomos.

Mi ejemplar dedicado
Los viernes. Tomo uno / 220 pág. / Emecé