Quien ríe último

¿Cómo es ser el bebé más feo del mundo? ¿Cómo afecta la fealdad en la infancia?, ¿en la adolescencia, en la juventud? ¿Cómo es ser el más inteligente?, ¿cómo es ser la más bella,  o la más tonta? ¿Es posible no aislarse en los extremos? ¿Y qué pasa cuando esos extremos se juntan?

Desde pequeño, Déodat lee el espanto en la cara de sus padres. Enseguida aprende, por su gran inteligencia, que para sobrevivir tendrá que contrarrestar su fealdad de alguna forma. Amélie Nothomb se mete en la cabeza de Déodat bebé en el inicio de las relaciones humanas, en el afuera y el adentro y vemos moldearse al niño y al hombre.

Por otro lado está Trémière, la más bella, que sufrirá por razones opuestas. «La gente no es indiferente a la belleza extrema: la detesta a conciencia.», dice Amélie Nothomb. «A veces el muy feo puede despertar una ligera compasión; el muy guapo, en cambio, irrita sin piedad. La clave del éxito radica en una ligera belleza que no moleste a nadie.» Pero Trémière no es solo bella, también es extremadamente tonta: doble razón para crecer entre el desprecio y la burla.  Un día, sin embargo, estos dos seres expulsados de la vida «normal» se encuentran.

El cuento clásico de Charles Perrault sirve de base para que Amélie despliegue toda su creatividad. Si bien los cuentos infantiles están contados desde un punto de vista muy contrastante, muy de blanco y negro, sus temas son muy serios. Son núcleos condensados que al desplegarse se abren como cajas de pandora y Amélie aprovecha toda esa riqueza para repensarlos desde un punto de vista adulto. El resultado es un relato fresco, pero no inocente; divertido, aunque a veces doloroso. Quizás la marginalidad, fruto del rechazo, no sea una condena absoluta, después de todo. Porque a veces lo bueno surge de lo malo.

Desde tiempos inmemoriales las personas se han reunido para escuchar historias. Es un placer ancestral grabado a fuego en nuestro ADN. Es ese encanto de la narración oral, de la historia contada con sencillez lo que Amélie Nothomb recupera en este cuento para grandes.

Amélie Nothomb, hija de un diplomático belga, nació en Japón y pasó su infancia y su adolescencia en el lejano oriente, más que nada en Japón y China. Al terminar el secundario se mudó a Bruselas para estudiar Filología románica en la universidad. El golpe cultural fue fuerte, y su integración con el medio, en un punto parecía imposible. A los veinticinco años publicó su primer libro Higiene del asesino (1992) que tuvo un éxito inmediato. Escribir la ayudó en todos los ámbitos, pero su visión es, claro, la de alguien que ve «desde afuera».

En una entrevista dice:

«Me costó muchos años comprender que, pese a haber crecido en Japón, mi personalidad correspondía a lo típicamente belga: un desmán absoluto, una torpeza fundamental, una confusión identitaria muy pronunciada o una hospitalidad excesiva»…

Creo que esa confusión de identidades que surge de múltiples mudanzas a lo largo de toda su vida es especialmente interesante a la hora de escribir y la hace hablar desde una perspectiva muy particular. Lleva publicadas unas 25 novelas, un promedio de una al año y vive desde hace muchos años entre Bruselas y París.

2 comentarios

  1. Sonó mogollón

    Voy a leerla. Tuve una hija nada tonta, con tanta belleza, sufrí la envidia de la que habla, en fin muy interesante. Buen día FELICITACIONES.

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  2. Fabiana Seifert

    Muy buena crónica, es imposible no tener ganas de leerla Magda, gracias!

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