«Los sentimientos son agua de un instante»

Si nunca leíste a Clarice Lispector, nunca leíste nada parecido. La intuición, el sentimiento, no la razón, guían los textos de Clarice. Por eso a veces son oscuros, misteriosos, y tienen poesía, mucha introspección, epifanías, extrañamiento. Sus cuentos son a veces simples y a veces no, a veces no se entienden, más bien se intuyen. Algo se nos escapa, algo que Clarice insiste en apresar. Algo que sobrevuela el texto y no se ubica en ninguna parte. Algo difícil de definir, algo que probablemente se destruya si intentamos ponerle palabras.

Y es por eso que las interpretaciones se multiplican con cada lectura. Leer a Clarice es dejar que las palabras se abran en nosotros y nos sugieran cosas. Sus textos se experimentan, se sienten en el cuerpo. Querer penetrarlos con la razón es alejarse más y más de su significado. Clarice misma dijo en la que fue su última entrevista: «vino a verme un profesor de Lengua y me dijo que había leído cuatro veces La pasión de G.H y todavía no sabía de qué se trataba. Vino a verme una chica de diecisiete años y me dijo que era su libro de cabecera.»

En los textos de Clarice hay una búsqueda incesante y en esa búsqueda nos arrastra. A Clarice no le interesaban las acciones en sí mismas, sino las repercusiones que esas acciones tenían en sus personajes. El proceso emocional que se dispara cuando algo nos impacta —y el impacto a veces surge de un detalle, de una situación mínima—, el reconocimiento de las sensaciones, de la lucha interior, de los pensamientos, la angustia, la impotencia, la soledad, el veneno propio, el miedo ancestral y por eso su escritura es una pregunta sobre la existencia.

Pero también una pregunta sobre las relaciones: entre un hombre y una mujer, entre una niña y una mujer, entre el mar y una mujer, entre una vieja y el mundo, entre una niña y una gallina, entre una niña y una rosa. Y es la representación de esa danza cambiante, y es cómo se miden las fuerzas, y es cómo uno sube y el otro baja, y es cómo uno domina al otro hasta que una mirada, una palabra encuentra una debilidad: …»los sentimientos son agua de un instante». Y con esa mirada extrañada consigue ver y contar verdades escurridizas, iluminar zonas oscuras de la mente, medir el poder de lo invisible.

Felicidad clandestina reúne cuentos de distintas épocas, cuentos muy cortos o más largos, más simples, o más enredados, pero aún así, la visión personalísima de Clarice está presente en todos ellos. «No hay historia», dirán algunos, porque no es lo externo sino la propia narrativa interna la que está expuesta. Y quizás, sobre todo, la de la mujer. Las complejidades de la mujer.

Clarice nació en Ucrania en 1920, pero poco tiempo después sus padres judíos emigraron a Brasil. Su madre, siempre enferma, murió cuando Clarice tenía solo nueve años y a los veinte perdió a su padre. Se casó muy joven con un diplomático brasileño con el que vivió varios años en distintos países de Europa y ocho años en Estados Unidos, hasta que se separó y volvió a vivir a Río de Janeiro.

Clarice decía que en la escritura era amateur, que escribía cuando quería, sin ninguna disciplina. Por momentos escribía intensamente, y luego podía pasar mucho tiempo sin escribir, vegetando. Porque no escribir, para ella, era un poco como morir. Escribía desde chica, a los diecinueve hacía pequeñas contribuciones para diarios y revistas y a los veintitres publicó su primera novela Cerca del corazón salvaje (1943). Otras de sus obras son: Lazos de familia (1960), Aprendizaje o el libro de los placeres (1969), Agua viva (1973) y La hora de la estrella (1977) que fue la última novela que escribió antes de morir, un día antes de su cumpleaños.

Aunque Clarice escribió en la época del boom latinoamericano, su estilo, tan diferente, y el hecho de que la literatura brasileña nunca haya tenido gran penetración en el mundo hispano, hizo que Clarice pasara desapercibida para nosotros durante mucho tiempo. Fue el elogio de la crítica francesa lo que la sacó del ámbito nacional brasileño y la arrojó al mundo. Este 10 de diciembre se cumplieron cien años de su nacimiento y, por estos días, las ediciones y traducciones nuevas de sus obras se multiplican.

3 comentarios

  1. Hermosa reseña. Tienta leerlo.
    Gracias Magda
    Un beso
    Ceci

    Le gusta a 1 persona

  2. Beatriz Vedoya

    Me gustó mucho esto que escribiste y los cuentos del taller. Gracias Magdalena. Beso

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    1. Magdalena Solari

      Muchas gracias, Beatriz!!

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