Córdoba: Congreso, contracongreso y otras yerbas

A poco de resultar elegida la ciudad de Córdoba como sede para el VIII Congreso de la Lengua Española que organiza el Instituto Cervantes cada tres años, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC comenzó a organizar el I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, que de una manera más simple todos llaman: el contracongreso.

Los organizadores de este contracongreso consideran que hay una clara violencia en el intento de promocionar la superioridad de una variante de lengua, la española, frente a las distintas variedades del continente americano, a la vez que legitima su cultura y desplaza a las demás a una posición de marginalidad, de inferioridad, desencadenando sentimientos de alienación lingüística y vergüenza étnica; de manera que se auto-posiciona a la cabeza de una inmensa comunidad de hablantes, para quedarse con un negocio muy rentable: la enseñanza del idioma español a nivel mundial y el enorme mercado editorial de libros de enseñanza que el Instituto Cervantes pretende monopolizar.

Así, mientras que la población de España representa apenas una décima parte de la población mundial de hablantes nativos del español, la Real Academia Española (RAE), el Instituto Cervantes, la Fundéu, se disponen a regular la manera en que los americanos debemos hablar y nos venden sus diccionarios y sus gramáticas para que hablemos como ellos: bien.

La efervescencia es visible en la ciudad: los que están a favor del Congreso, por un lado, los que están en contra, por otro, y los que estando en contra la pelean desde adentro, como Mempo Giardinelli que participa de los dos congresos e hizo una gran defensa de nuestras variedades del  «castellano americano»,  como él lo llama, que está mixturado con los idiomas originarios y las hablas de todo el espectro de comunidades de inmigrantes que habitan nuestro continente. O el discurso de Claudia Piñeiro que reivindicó la cultura mestiza  cantando una copla en idioma qom y proponiendo que el Congreso se llame Congreso de la Lengua Hispanoamericana, o Alejandro Dolina que aseguró que en definitiva todos somos islas y aún en el mismo idioma no nos escuchan o nos entienden todo al revés. Tres ponencias en las que los aplausos se resistían a terminar.

Los temas tratados son muchos: interculturalidad, la enseñanza del español, el español en los medios digitales, corrección política, apenas una mesa del español en la traducción (muy buena por cierto), relaciones culturales entre España y las colonias (perdón, América), y muchos temas más. Participan académicos, periodistas y muchos escritores que se disculpan por no ser especialistas en el tema, porque, según dicen, solo experimentan con el lenguaje, y traen la originalidad de sus voces, la humanidad de sus palabras tras la árida lectura de currículums que no interesan a nadie.

A la par, y en el marco del Congreso, se desarrolla el Festival de la Palabra por el que se instalaron carpas en la plaza San Martín y otros espacios verdes de la ciudad donde se organizan charlas, feria de libros, narraciones, proyección de documentales y películas, talleres, presentaciones de libros y muestras de todo tipo.

Entre tanto, la ciudad se puso más linda que nunca y nos sorprendió con el espectáculo de sus  iglesias y edificios públicos iluminados que exhiben una belleza deslumbrante en la noche, ajenos por completo a las discusiones de nosotros, simples mortales.

 

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2 comentarios

  1. alberto ferrari etcheberry

    Pregúntale al rey cómo habla de español cuando la constitución de España establece q el idioma nacional es el castellano. Alberto

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  2. Magdalena Solari

    No tengo su mail, Alberto.

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